Apuntes.
Edgar Ladrón de Guevara.
Piezografías en papel Kozo (Fibra natural japonesa), montadas en caja de luz, 106 X 87 cm, 2016
Piezografías photo Rag, 110 x 110 cm y 110 x 146.6 cm, 2016-2017
Estas obras forman parte de un proyecto en el que Edgar Ladrón de Guevara produce imágenes a partir de una serie de haikus que su padre escribió durante sus últimos años de vida. Están asociadas a la pérdida del padre y tienen algo de homenaje póstumo, sin embargo ese no es el sentimiento que domina. En su proyecto no hay autocompasión, ni ese toque de exhibicionismo que encontramos a menudo en los artistas que ponen en escena su propio duelo. Tampoco tiene que ver con esa curiosidad antropológica, un poco morbosa, que lleva a tantos fotógrafos jóvenes a documentar la enfermedad o muerte de sus seres queridos. La muerte aquí es aludida discretamente, como algo distante, que aparece de manera intermitente entre los significados de las obras.
Eso distante es también universal y cotidiano. Lo que hace Ladrón de Guevara en realidad es representar una idea del mundo como podría aparecer ante los ojos de alguien que tiene conciencia de la muerte. En ese caso, tomar conciencia de la muerte y tomar conciencia de la realidad serían experiencias concomitantes. Hacía ese punto es que pueden llevarnos las imágenes que presenta Ladrón de Guevara. Y es en ese punto en el que se justifica la relación filosófica entre el contenido de la obra visual y el del poema tradicional japonés.
En el haiku hay un repliegue de la voz del autor. La voz surge cuando se está a punto de hacer silencio. En ese mismo límite se sitúan las piezas de Edgar Ladrón de Guevara. Límite de lo visible y de lo identificable. Límite del discurso y límite de lo fotográfico. La impresión no remite directamente al objeto fotografiado; de hecho genera dudas sobre si hubo algún objeto fotografiado. La mancha de tinta deja al espectador el trabajo de imaginar el ícono. Lo fotográfico se representa como una expresión residual -casi insostenible- de una serie de imágenes efímeras y esporádicas.
La noción de “apunte” conlleva la idea de lo transitorio y lo incompleto. Los apuntes son una alternativa a la ambición de totalidad y permanencia que atraviesa toda la cultura fotográfica. Son textos colaterales que invitan a atender de otra manera a la representación y a hacer un esfuerzo para recolectar las fragmentos que parecen dispersos. Los apuntes son íntimos: remiten a la idea del diario, de las notas al margen, de los bocetos.
El método de trabajo de Ladrón de Guevara es ecléctico. Incluye fotografías de objetos y diferentes superficies y materiales. Cambios de escalas y metáforas visuales. Montajes y cruces entre diferentes técnicas fotográficas. Soportes delicados y frágiles. Un manejo elástico del tiempo y de la luz. Hay un momento para la corrección y el control y un momento para el azar y la improvisación. El árbol, la montaña, la laguna, los pájaros que levantan el vuelo, el polvo y la ceniza son signos asociados a la muerte o a la inmortalidad (que en cierto punto son dos caras de la misma moneda). La persona es representada como una figura minúscula y solitaria ente la naturaleza, en ambientes sombríos y magníficos. Son elementos que aparecen en todas las mitologías, como encarnación de sustancias vitales, de ciclos irrompibles y de una especie de perfección que la sensibilidad humana no puede ignorar.
Edgar Ladrón de Guevara tiene una Maestría en Fotografía y medios afines, otorgada por la Escuela de Artes Visuales de Nueva York. Fue artista residente del Centro Banff, en Canadá, ganador en 2006 del Premio Elle para mejor fotógrafo y ganador del premio de adquisición de la VIII Bienal de Fotografía en México, en 1997. Actualmente es becario por el Sistema Nacional de Creadores, del FONCA. Como fotógrafo artista tiene su propio estilo, más cercano a las llamadas “artes visuales”, lo que es una manera de decir que nunca se ha sentido cómodo con la definición de fotógrafo documental, pese a que en el principio de su carrera dejó bien demostrado su indudable talento para el ensayo fotográfico, con la serie Muerte sin fin (1993). En realidad la sensibilidad de Edgar Ladrón de Guevara es más afín con la literatura, las artes gráficas e incluso con la pintura. Mantiene una presencia bastante discreta en la escena de la fotografía contemporánea mexicana (o más bien en sus márgenes) y probablemente para muchos de los jóvenes estudiantes de Página en blando, y otros visitantes de nuestro espacio, este sea el primer encuentro con sus obras.
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