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Foto del escritorJuan Antonio Molina

Educación y des-educación fotográfica. La experiencia de Página en blando (Primera parte)

Pese a la saturación e hiperrealización visual del mundo; pese a la obsesiva pulsión de registro (por la cual todo se convierte en un video o en una fotografía); pese al cansancio frente a la imagen, al artista visual le cabe la función de producir miradas inéditas, desplazar la percepción y producir conocimiento desde sus procesos de creación.

Javier Gil. Pensamiento visual y pedagogía


Ante la saturación de imágenes y las condiciones de hipervisualidad e hipericonicidad de la cultura contemporánea, ¿cuáles son los retos de la educación fotográfica? Si cualquiera puede hacer una serie de fotografías y subirla a las redes sociales y cosechar miles de “likes”, ¿para qué sirve la escuela?¿Cómo marcar la diferencia? Y después de todo, ¿es importante marcar una diferencia? En todo caso, ¿Quétipo de productor de imágenes queremos formar?

Creo que un término importante para explicar lo que hacemos es la noción de crítica. En Página en blando utilizamos instrumentos de los procesos de experimentación e investigación del arte y los aplicamos a la práctica fotográfica para producir proyectos que normalmente se llaman creativos, pero que nosotros calificamos como críticos. Un momento crucial en el proceso educativo es aquel en el que llevamos a los participantes a esa transición de una mentalidad creativa a una mentalidad crítica.

¿Crítica de qué? En primer lugar, en el salón de clases se mantiene una consistente crítica del proyecto artístico en proceso. Para su mejor efectividad, el autor-en-proceso (pues no sólo se está desarrollando un proyecto, sino también un autor) debe ir familiarizándose con el lenguaje de la crítica de arte y otras disciplinas afines. En segundo lugar, en la práctica se va vinculando la crítica del proyecto con la crítica del medio fotográfico, de su especificidad técnica, su historia y sus narrativas. Ahí es donde el participante debe sentirse libre para salirse de los límites del lenguaje fotográfico, de ser necesario.

En tercer lugar, y no menos importante, concebimos y llevamos a la práctica la crítica de arte como crítica de las representaciones y de los discursos dominantes, incluso en el campo extra-artístico.

Estamos convencidos de que el compromiso con la realidad no debe ser solamente visual, ni siquiera para un fotógrafo. Defendemos la idea de la fotografía como forma de participación, lo que es decir una práctica solidaria y social de la fotografía. No queremos formar genios solitarios, sino actores sociales que sean solidarios.



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