Hemos representado tantos aspectos y objetos de nuestro entorno en forma de
fotografías, cine y televisión, que el total de estas representaciones ha asumido las
proporciones y Ia identidad de un verdadero medio-ambiente.
Nathan Lyons. Toward a Social Landscape
Con sus acumulaciones y sus trampas para el ojo, su teatralidad y sus puestas en abismo, sus planos abigarrados, sus colores intensos y su atracción por lo icónico, Yolanda Andrade entra en una tendencia de la fotografía contemporánea que roza lo barroco y juega en los límites de la simulación, sin renunciar del todo a su vocación documental.
A pesar de trabajar la mayor parte de las veces en espacios públicos o compartidos, la sensación que dejan sus fotografías es de intimidad y cercanía. Le gustan las composiciones cerradas, los fragmentos y los detalles. Tiene una mirada selectiva.
Muchas de sus fotografías parecen el recorte de una escena más amplia, de donde se hubiera eliminado todo lo complementario. Muestra una relación afectuosa con los objetos, que son presentados de manera afable, con un suave matiz de humanidad que admite, de vez en cuando, un toque de ironía.
A Yolanda Andrade le interesa el lugar de los objetos, dentro de una cultura urbana que tiene mucho de cultura popular. Objetos que parecen estar en los márgenes de su propia utillidad o de su propia funcionalidad. Antiguallas, rarezas, objetos kitsch, cosas aparentemente inútiles. La cultura popular, reproducida en las artesanías, los chuchulucos, las pinturas murales, los ambientes y también el kitsch y la cultura de masas, implican una elección estética (son las representaciones de la “realidad” que resultan atractivas para la fotógrafa), pero también una toma de posición ante el espacio urbano como espacio social.
Si a mediados de la década de 1960, Nathan Lyons ya tenía elementos para sustituir el término “fotografía documental” por el de “paisaje social”, Yolanda Andrade -quien fuera alumna de Lyons en el Taller de estudios visuales de Rochester- pudiera renombrar el mismo objeto como paisaje imaginario, lo cual tendría una doble implicación: imaginario en tanto la experiencia de realidad no puede desvincularse de una experiencia de la imaginación (incluso colectiva), e imaginario en tanto la noción de realidad se refiere a un entorno constituido por signos figurativos, textos y otras representaciones simbólicas.
La obra de Yolanda Andrade interpreta el concepto de paisaje social, fluctuando entre la representación del espacio urbano como escenario particular de la existencia humana y la representación-de-las-representaciones que le dan carácter a ese espacio y que de hecho lo constituyen. Así, sus fotografías funcionan como dispositivos para la lectura de otras imágenes o para una lectura autorreferencial.
La gramática visual de Yolanda Andrade está centrada en una figura dinámica: el cuadro dentro del cuadro. Trátese de una pintura enmarcada, un mural, una escena vista a través de una ventana o una serie de estampas o grabados, su inserción en la fotografía redunda en un efecto de vida detenida, momento congelado o una especie de cuadro vivo, en el que los actores no saben que están participando. “Cosas que se han parado por un instante”, decía Guy Davenport, proponiendo otra manera de interpretar la naturaleza muerta. Esto llama la atención sobre el lugar de los objetos en las imágenes, pero también sobre la manera en que estas obras asumen el énfasis en las superficies, en la iconicidad y en las apariencias como problemáticas de la fotografía contemporánea.
Colateralmente, el cuadro dentro del cuadro, así como el uso expresivo del color (saturación cromática, luminosidad y armonías de colores primarios y complementarios) llevan a suponer que la fotógrafa trabaja con una sensibilidad particular para lo pictórico, pensado como superficie y no solamente como escena.
La opción del cuadro dentro del cuadro implica un punto de vista también sobre la fotografía. Finalmente lo que está en juego en toda fotografía es si podrá hacernos ver de una manera diferente el objeto fotografiado. Esa es una de las claves principales de la obra de Yolanda Andrade: su capacidad para producir la imagen como diferencia, como una especie de sutil alteración del orden de lo visible.
Juan Antonio Molina
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